jueves, 16 de octubre de 2008

El destino está a la vuelta de la esquina

No soy una persona que sienta que el destino tiene una manera mística de trabajar, aunque sí pienso que el universo busca crear situaciones para permitir un balance que se llama teoría del caos, la cual plantea que si no existiera el caos, no existiría ese balance de fuerzas necesaria para la subsistencia de un universo en constante desarrollo y expansión. Pero bueno, el miercoles fue un día largo, me la pasé practicamente todo el día en el metro; íba a visitar a un amigo que vive muy cerca de la estación Nativitas, yo vivo cerca del metro Salto del Agua, por lo que decidí viajar de Salto del Agua a Bellas Artes, transbordar y llegar directo a su depa, hice el transborde y me sentí afortunado porque pude sentarme desde Bellas Artes, y aun más afortunado cuando unos compas subieron a mi bagón y comenzaron a tocar viejos clásicos del rock con guitarra, micrófono y amplo (seguramente muchos de los que viajan en la linea azul del metro saben de quienes hablo) pues no contaba con mi reproductor de música ya que lo había dejado la noche anterior en la casa de mi amigo. Estaba tan emocionado de que había tenido el golpe de suerte de llevar música y sentarme junto a esta chica bastante linda que no me dí cuenta de que iba en dirección contraria hasta que llegué a la estación de metro Tacuba y esperé hasta la parada siguiente para bajarme y cambiar de dirección. Me reí mucho del nivel de distracción que tenía esa mañana, me fuí sentado en el piso desde Panteones hasta Zócalo donde derrepente me paré y busqué asiento instintivamente. En la siguiente estación se sentó junto a mí una mujer hermosa, cabello oscuro, ojos café, camiseta sin mangas y pantalón color beige. Por alguna extraña razón, este pedazo de cielo decidió voltear y hablar conmigo, me preguntó mi nombre y me contó que estudiaba actuación en el INBA y que justamente se dirigía a ese sitio, yo le dije que iba a visitar a mi amigo en Nativitas y que me había equivocado de dirección, una vez más el tiempo corrió rápidamente y cuando menos sentí, me encontraba en la estación Nativitas, instintivamente corrí para no perder mi salida, fue hasta que estaba fuera del vagón y me despedí cuando me di cuenta de mi grave error, no pedir su número para poder contactarla otra vez, un poco triste pero a la vez extrañamente satisfecho caminé a casa de mi amigo a tocar un poco de música.

Más tarde, mucho más tarde, salí a las 10 de la noche de la escuela y otra vez tomé el metro para ir a casa, en el andén noté que estaba completamente sola una chica que siempre me ha gustado desde que entré a la escuela, ella estudia Diseño Gráfico y yo Comunicación, jamás en la vida hemos cruzado palabra alguna, pero desde que recuerdo cruzamos miradas. Esta vez era mi oportunidad, la que siempre estube esperando, sólo era necesario un "Oh tu estudias en la escuela vdd?, ¿Cómo te llamas?" pero no me atreví, incluso caminé varios metros lejos de ella, a una distancia prudente para poder seguir teniendo contacto visual, sin que este pareciera muy stoker. El metro tomó mucho tiempo en llegar a la estación por lo que cada vez me sentía más culpable de no acercarme y romper el tabú de hablar con ella. Finalmente llegó el metro y subimos, cada quien en un vagón distinto. Esperaba que ella bajara en Hidalgo y ya no tuviera que verla en el transborde de la estación Bellas Artes, pero oh sorpresa, ella no bajó en Hidalgo, también bajó en Bellas Artes y así emprendimos la carrera para llegar a la linea 8 dirección Constitución de 1917. Esta vez pensaba hablarle, estaba completamente seguro de que lo haría, The Delgados sonaban en mi reproductor, todo iba bien, cuando al bajar las escaleras para subir al metro aceleré, y a la vuelta de la esquina encontré las puertas del metro abiero y abordé, así como así, sin importarme más, ella se quedó fuera y una vez más lo único que pudimos cruzar fueron nuestras miradas, hoy no la pude ver el la escuela y es cuando pienso que el universo en realidad te da oportunidades que debes decidir tomar, dejar ir o huir de ellas. Lo triste es que no sabes cuantas veces el universo va a ser así de benévolo y permitirte estar tan cerca de la felicidad.

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